miércoles, 2 de noviembre de 2016

Impresionistas y modernos: horizontes de recepción

Uno de los objetivos que nos hemos trazado para este curso es que chicas y chicos salgan con un "mapa de la cultura" en la cabeza, un mapa de la cultura occidental de los últimos tres siglos que integre aspectos relativos a lo que ellos ven en los compartimentos estancos de cada asignatura. Poco a poco, lo que se inició como una andadura conjunta entre las profesoras de Historia y Literatura, va logrando la incorporación de otros docentes. ¡Hasta en Matemáticas van descubriendo que la Ciencia no es una Verdad Revelada sino una construcción humana levantada a lo largo de los siglos por hombres y mujeres que comparten ideas y sensibilidades con sus coetáneos! ¡Cómo no ver en Ruffini a un ilustrado y en Galois a un romántico!

Una primera aproximación a ese recorrido que iremos completando a lo largo del curso lo constituyó la visita a la exposición "Impresionistas y Modernos" de que dábamos cuenta en una entrada anterior. En aquella ocasión pedimos a chicos y chicas que anotaran en una tarjeta los tres cuadros que más les hubieran impactado. De entre ellos tenían que elegir uno, informarse un poco sobre su autor y escribir un texto breve: unas líneas de presentación del pintor y un párrafo o dos con sus impresiones. Nada más. Transcribimos algunas de estas anotaciones.



Delacroix. Caballos saliendo del mar. 1860

"He elegido el cuadro "Caballos saliendo del mar" porque me transmite sensación de libertad debido al movimiento que se percibe en los caballos y esas ganas de vivir que se atribuyen al hombre. Creo que esta es la escena que representa: un hombre que quiere huir de algo. En principio, yo simbolizaría el mar con la realidad de la que quiere escapar el hombre. De hecho, el caballo marrón del cuadro tiene una expresión horrorizada, como con miedo al agua. Me encanta que algo tan bello, como son los caballos o el cuadro en sí, pueda ser capaz de expresar tantas cosas con solo un movimiento. Además, a mí también me sorprende el protagonismo que le da a esta escena añadiendo más tonos y colores a cada figura principal, de forma que no nos demos ni cuenta de que detrás hay una ciudad, pintada con colores más oscuros y casi con los mismos tonos para así no atraer nuestra atención.

Este cuadro me transmite alegría y desesperación a la vez. Desesperación (o preocupación) por querer salir del mar, y alegría por  estar cada vez más cerca de la orilla, de la libertad. Además, he podido percibir que en un lado del cuadro las nubes y el cielo tienen un color más oscuro que en la parte del centro. Se intenta expresar que el mar se va oscureciendo a medida que te adentras en él, al igual que la realidad. En cambio, la zona de luz está justamente en donde se encuentran los caballos y el hombre, dando así un protagonismo evidente al deseo de huir de la realidad,  al deseo de ser libre. Esto representa absolutamente al Romanticismo.

Yo no sé si estoy de acuerdo con ese deseo porque, aunque no te guste la realidad, si no vives en ella nunca serás capaz de cambiarla o vencerla. Es decir, el hecho de que se quiera huir de la realidad no va a cambiar la cierta existencia de esta, porque de hecho no se puede huir de la realidad. Quieras o no siempre estás metido en ella, aunque sí se puede representar el mundo de otra forma o manera. Eso es lo que supongo que hace Delacroix: representar las situaciones como él las ve, dejándose llevar por sus sentimientos." 
Yaiza M.


"Los caballos saliendo del mar me sugieren movimiento, libertad, alegría, superación, emoción, alegría, cabezonería, frescor, euforia, lujo, desequilibrio, hostilidad, rebeldía, pasividad, cansancio, desesperación, sumisión, resignación, estrés, incomodidad, enfado, suerte, contento, satisfacción, dominación...

Para mí, los caballos del mar expresan, sobre todo, la libertad que tienen los caballos, aunque también están controlados por un hombre que les impide ser totalmente libres. Por este motivo me he visto reflejado en ese cuadro: hay muchas situaciones en las que uno quiere ser libre, y lo es parcialmente (porque hay algo que nos presiona y nos obliga a obedecer -en mi caso pueden ser los adultos, el Gobierno...). Por eso pienso que este cuadro me transmite tantas sensaciones y emociones."
Jorge C.


"La primera vez que miras el cuadro simplemente ves a dos caballos y a un jinete árabe saliendo del agua, pero enseguida te haces preguntas. Por ejemplo: ¿por qué hay dos caballos si solo hay un jinete? ¿Por qué parece que hace mal tiempo si miras las nubes, pero si observas el mar está calmado? Lo único que tengo claro es que a los caballos no les estaban gustando las decisiones que estuviera tomando el árabe; se rebelan."
Cristina V.



Daumier. El levantamiento. 1848

"El cuadro fue pintado en 1984 por Honoré Daumier. En este se alza un hombre con ropas descuidadas poniendo el puño en alto. Tras él se arremolinan las gentes con gesto de protesta. Se puede apreciar una estructura principal triangular la cual destaca al personaje central debido al contraste de claros y oscuros. Tiene un trazo rápido y desdibujado, dando a entender que lo importante es el mensaje que transmite el cuadro, no los rostros que en él aparecen.

En mi opinión el cuadro expresa revolución debido al gesto de alzar el puño del personaje con camisa blanca. Me produce un sentimiento por otra parte de complicidad debido a la situación de los personajes del cuadro ya que se lanzan a las calles para reivindicar sus derechos. Este es un signo de que la gente no tenía nada que perder al salir a la calle y luchar por sus derechos."
Enrique L.


 

 Paul Cezanne. Autorretrato. cc 1880

"Paul Cézanne fue un pintor francés que consiguió ser una de las figuras más influyentes del siglo XX. Hijo de un banquero, estudió Derecho sin necesidad de trabajar, y estrechó lazos con Zola, novelista realista, pintando de cuando en cuando inspirado por su mujer. Las cosas cambiaron y se tuvo que ganar la vida con su mayor pasión, orientándose principalmente hacia los retratos. Bien es cierto que ne la mayoría de sus autorretratos no presenta expresión en su rostro, pero sus colores y pinceladas lo reflejan de forma indirecta.

En este cuadro se sitúa Cézanne ligeramente girado hacia la derecha, mostrando una actitud indiferente, con un movimiento de cabeza que resulta incluso desafiante, dirigiendo su mirada hacia el espectador. Utiliza colores oscuros como el negro, el gris o el marrón, indicándonos su seriedad. También impresionan esas rápidas y cortas pinceladas que se reflejan como si ya hubieras visto a ese hombre antes, hace muchos años, y lo recordaras de manera borrosa destacando lo que más te llamó la atención en un principio. No obstante, colores más cálidos representan su piel, dando a entender que tras el misterio que antepone este cuadro, se esconde un hombre que ha querido alguna vez. Su abrigo finalmente da ese toque formal y despreocupado, combinando todos los colores y haciendo que el conjunto transmita una sensación de tranquilidad.

Resulta impresionante que a pesar de que la amplia figura ocupe casi todo el primer plano, sean sus ojos los que me han hecho escoger este cuadro. Esos pequeños, desafiantes, oscuros, misteriosos ojos me dieron una razón por la que considerarlo una obra de arte. Permiten el lujo de situarte en su lugar, con una abrumada soledad y un arrepentimiento por un hecho realizado que no se va de tus pensamientos, aun siendo un enigma para el propio culpable. Pequeñas cejas para tan grandes ojos. Y una frente cuya amplitud nos da información sobre todo lo que vivió y la sabiduría a que dio lugar tanta experiencia. Curioso es que tras una barba negra, con colores grisáceos, aparezcan colores anaranjados que nos dicen a gritos lo joven que fue en su momento y lo que esto le ha marcado. La nariz, puntiaguda y apagada, apasiona verla simplemente por la tranquilidad que muestra aun estando al lado de esos grandiosos ojos. Dos colores ha querido reflejar Cézanne en este fondo, uno con luz y otro que transmite que detrás de esa claridad siempre va a haber algo malo. Me llamó la atención esa combinación, como si quisiera demostrar al espectador que no hay blanco sin un negro, con la tremenda valentía y agilidad de representarlo sin ellos. Cada vez que lo observo, más miedo y calor me da, pero tengo que destacar que la despreocupación con la que está dibujada la chaqueta me da rabia. Siendo tan buen pintor es normal que Picasso se dejara influir por él y que alguien que no tiene ni idea de pintura se ponga a escribir sobre su persona."
Elena V.



Sisley. La nieve en Louvenciennes. 1878

"Este cuadro fue creado por Sisley, un pintor centrado en los paisajes y que, junto con Monet, es considerado como uno de los impresionistas más puros. Alfred Sisley dibujó esta obra en el año 1878.

Personalmente escogí este cuadro ya que, como tuve la oportunidad de observarlo de cerca, me impresionó el trazado. Es decir, si lo observas de cerca es un cuadro ilógico, sin sentido, un conjunto de trazos al azar. Sin embargo, al alejarte, poco a poco vas viendo todo más nítido hasta que al final puedes observar clarísimamente esta obra de arte. Yo opino que este cuadro es una forma más rural y acogedora de ver París. El autor representa con esa senda de nieve la tranquilidad y serenidad absoluta de ese paisaje queriéndoselo transmitir a todas aquellas personas que viesen dicho cuadro."
 Lucía L.


"Mi impresión nada más ver el cuadro fue la de hacerme recordar los inviernos que pasé en mi pueblo en Rumanía cuando era pequeño, porque me vinieron a la cabeza todos esos momentos jugando con mis amigos en la nieve, las navidades con la familia, etc.

Otra cosa que me impresionó un poco fue la manera en que estaba pintado el cuadro. Al acercarte veías que no era un cuadro muy perfeccionista, sino que parecía incompleto, pero al irte alejando el cuadro sí cogía forma."
Madalin P.



Raoul Dufy. Joinville. 1938

Joinville” es un cuadro pintado por el artista francés Raoul Dufy (1877-1953). Se trata de un cuadro pintado al óleo, en el que se muestra un lago y una pequeña casa, además de algunas canoas y un puente que se puede distinguir a la izquierda. Joinville no es un producto de la imaginación de Dufy, sino que es una comuna francesa conocida como Joinville-le-Pont. El cuadro pertenece a la colección de Duncan Phillips, expuesta en Washington, DC.

Lo primero que me viene a la cabeza al ver este cuadro es el Retiro de Madrid. Me recuerda bastante al lago, lleno siempre de barcas y rodeado de música, paseantes y buen ambiente. Por el uso de colores algo fríos pero claros, me da esa sensación de tranquilidad, relajación. A juzgar por las pinceladas, el cuadro también transmite dejadez, como si Dufy lo hubiese pintado con desgana; los contornos están realmente desdibujados, sin más forma que la que ofrece una pasada de pincel. El fondo tampoco está demasiado trabajado, lo que hace que lo primero que llame la atención a la vista sea la pequeña casa que hay en el centro del cuadro, ya que es la que más detalles tiene de toda la pintura. Me llama especialmente la atención que los detalles de las hojas en los árboles del fondo están hechos con una pincelada rápida e imprecisa, casi como si se hubiese pintado con el dedo. A pesar de la falta de detalles en el cuadro, me parece que está lleno de sentimiento. Joinville es un lugar bastante alejado de la residencia habitual de Dufy (Le Havre, en la costa norte de Francia), así que me gusta pensar que quizá, durante sus años de estudio en París, viajó a Joinville y quedó fascinado por las calles, las gentes, y, en especial, por este pequeño trocito que ha representado. En definitiva, creo de Dufy se enamoró de Joinville. 

Me siento bastante identificada con ese sentimiento, el enamorarse de un lugar. Y es que, particularmente la gente a la que le gusta viajar suele enamorarse de los lugares, los países y las ciudades en las que se siente como si no hubiera salido de casa, como si una parte de su alma hubiera estado viviendo siempre allí. No es necesario que tenga grandes monumentos, o impresionantes luces de colores al anochecer, ni siquiera hace falta que sea un destino turístico muy llamativo, sino que basta con encontrar ese pequeño rincón del mundo en el que un trozo de nuestra alma estaba escondido, y esperando a que nos lo encontráramos, y nos enamorásemos. El mundo es un lugar lleno de parajes maravillosos de los que nutrirnos de experiencias y enamorarnos.
Diana C.




Pollock. Composición1938-1941

"Esta obra pertenece a Jackson Pollock, estadounidense de la primera mitad del siglo XX. Pionero en la técnica de salpicar pintura o "action painting" y con gran presencia en el expresionismo abstracto tuvo, antes de su temprana muerte, fama durante su vida y también después.

Pollock es uno de mis tres artistas favoritos de toda la Historia del Arte. Aunque prefiero sus obras más "clásicas", más conocidas, como pueden ser aquellas de gran tamaño y realizadas única y exclusivamente mediante action painting, esta obra es la primera que he visto al natural, y no ha podido gustarme más.

Lo más seguro es que no tuviera intención alguna de reflejarle nada al público. Pintaba y pintaba hasta que le gustaba el resultado y entonces, paraba.

Una de las cosas que más me gustó de Pollock en un principio fue eso. No había una guía para ver el cuadro, no había nada preestablecido. Igual que a mí esta obra puede suscitarme un mar embravecido, con olas brillantes, a lo mejor lo miro mañana y veo un río tranquilo con peces nadando despacio y los detritos del fondo. Sin ir más lejos, a mi padre le recuerda a una sala de música, con bailarines en una especie de fiesta de máscaras.

Para rematar, estaría bien decir que Pollock pasó de nombrar sus obras a numerarlas simplemente para que la gente las viera en sí, no buscara nada, se quitara ideas preconcebidas de la cabeza y tan solo viera la pintura tal cual era. Más o menos en esa época comienza mi etapa favorita de Pollock y sus famosas obras en el estilo del "goteo".

Es curioso que la guía de la exposicón viera la muerte, el pesimismo y la destrucción en este cuadro."
Candela de L.
 

 Morris Louis. Number 182 (1962)

"Morris Louis fue un pintor de Estados Unidos del siglo XX. Era cercano a Helen Frankenthaler, pintora que destacaba en el expresionismo abstracto y de quien Morris había adaptado su técnica de diluir mucho la pintura al óleo con trementina. Esto dio lugar a que Louis se reconociera dentro de la pintura color field (campos de color), que podían ser lisos, rayas, figuras… Formó parte de la Escuela de Color en Washington y fue un innovador en la pintura Magna (pintura acrílica hecha a partir de un aceite). 

Louis creó muchos cuadros de rayas con la técnica del derrame o chorreo, de los cuales la obra llamada número 182 es un gran ejemplo. Esta técnica, conocida como dripping, consistía en diluir la pintura acrílica y dejar que se cayese desde lo más alto del lienzo, formando figuras y formas involuntarias. Al realizar esta obra abstracta no se sabía muy bien dónde empezaba y acababa un color hasta tensar la tela y, a pesar de ello, el pintor conseguía que no se mezclasen los colores. Todas estas pinturas las hacía sin ninguna herramienta, sin pinceles ni brochas, solo el lienzo de 84,45cm x 209 cm, las pinturas y la gravedad. En este caso, las rayas eran verticales y de colores mate; en los que se pueden apreciar, de derecha a izquierda; el azul marino, verde, amarillo, naranja, marrón, amarillo, morado, verde oscuro, azul marino y repetidamente; el amarillo. Esta obra, perteneciente a la serie de cuadros de Morris llamada Stripes y pintada en 1961, formó parte de la gran colección de Phillips.

En mi opinión, el arte abstracto es más bonito que el realista, puesto que lo que se suele pintar en este último lo podemos ver habitualmente y hoy en día, ya que tenemos las cámaras fotográficas, de vídeo, Internet… Porque, por ejemplo, si la pintura es un árbol, todos sabemos qué es un árbol, puesto que ya en algún momento de nuestras vidas hemos visto algo así. En cambio, si la pintura es abstracta, lo que vemos es lo que cada uno quiere ver en la obra. Claro que pienso que realizar una pintura realista puede tener más trabajo y dificultad que una abstracta, pero también pienso que verla es más fácil, porque es como si el pintor te lo enseñase, te dijese qué mirar, y en la abstracta te lo insinuase. Es diferente. Y por esto he elegido este número 182, porque si lo miras por encima seguro que dices: “¡Qué cosa tan fácil y ridícula!” o “¡Si esto sabría hacerlo hasta yo!”, pero al fijarte más, ¿no te preguntarías cosas como “¿Y por qué se le ocurrió esto al pintor?” o “¿Intenta trasmitir algún sentimiento o emoción? ¿Cuál?”? Me gustaría saber la respuesta. Y por otra parte, a cada uno estas rayas le trasmiten una cosa u otra. Por ejemplo, a mí me recuerdan al orden, limpieza, seriedad, etc. Pero a la vez, tiene una parte infantil, sencilla, relajante y divertida. Pero seguramente cualquier otra persona lo mire diferente. Y el resumen de todo esto es la razón de que por qué he elegido este y no otro, porque tiene muchas maneras de pensar, porque puedes ver las rayas hacia arriba o hacia abajo, porque puedes pensar en ello."
Dea M.
 


Mark Rothko. Sin título. 1968

"Este cuadro me produce un sentimiento de alegría pero a la vez de soledad. Al ver este cuadro sentí que vibraba. Era extraño, pero me encantó."
Aylin B.

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