Dea nos cuenta la historia de Fabrizio, que nació
el 24 de junio de 1999 en el distrito de Villa María del Triunfo, en
Lima (Perú). Llegó a Collado Villalba (Madrid) en el 2013
con 14 años, porque su padre encontró un trabajo aquí y había
mayor seguridad que en su país.
“Tengo que pensar primero cómo lo diría en Perú
y después cómo lo
dicen en España”
Llegué a España el 18
de marzo de 2013, y desde entonces añoro mi tierra y admiro esta.
Echo de menos la familia y los conocidos, el tiempo que viví allí y
la casa en la que crecí; pero aquí la gente es más amigable y
aceptan mejor y más rápido a las personas, hay mucha seguridad y
menos criminalidad, robos y atracos. En España me siento seguro, en
compañía, aceptado y sobre todo, actualmente, adaptado.
Tardé dos semanas en
habituarme a sus costumbres y su forma de vida. Cuando llegué no
podía llevar bien su rutina, puesto que hay seis horas de
diferencia. Mientras que en Perú dormía, en este país se
levantaban. Cuando nosotros estábamos en invierno, ellos en verano.
Y sobre todo, lo que me costó mucho fue el frío.
Las ventajas que tienen
es que asignaturas como Aritmética, Trigonometría, Geometría y
Álgebra las juntan en una, Matemáticas. Y Literatura y Ortografía,
en Lengua. Los colegios públicos no son tan peligrosos (en Perú
había mucha criminalidad, robos y asesinatos) y no existe el círculo
escolar (a los alumnos más listos y con mejores notas les reúnen
y les hacen otras clases solo para ellos por las tardes o los sábados
para que su aprendizaje sea superior).
Todo esto no tenía
nada que ver con los problemas que me ocurrían a la hora de ir a
comprar. Aquí no existen mis comidas favoritas como el ceviche
(pescado crudo con algas encima), causa (patatas molidas),
papas a la huncaína, chaufa, aeropuerto ( tallarines y
arroz), sopa wantán, pachamanca (comida que solo comían los
incas) y especialmente añoro mi comida favorita, el cuy asado
(en España se parece a una cobaya, las tienen de mascotas y cuando
digo que yo me las comían se asombran y me miran muy raro). También
las monedas son diferentes. El euro tiene monedas de 1, 2 y 5
céntimos, en cambio el sol no. Cuando en España con 50 céntimos
puedes comprar una barra de pan, en Perú puedes comprar ¡cinco!
Lo peor y lo más
difícil de todo fue y es el idioma. Es el mismo, el español, pero a
pesar de ello, siempre me ha costado mucho entenderlos y que me
entiendan. Todos ellos hablan muy rápido y con palabras que son muy
diferentes. Casi todo el tiempo que hablo con una persona tengo que
pensar primero cómo lo diría en Perú y después cómo lo dicen en
España. Palabras como tajador, que aquí es sacapuntas, me
chocaban cada vez que las escuchaba. Y es complicado de llevar.
Por ejemplo: un día mi
madre me dijo que tenía que ir a comprar verduras. Cuando llegué a
la tienda pedí todas las cosas de la lista de la compra. Pero hubo
dos verduras con las que tuve problemas. Pedí palta y
beterraga. El dependiente me miró muy raro y aunque le
intenté explicar qué eran, no me entendía. Al final, lo tuve que
buscar por su tenderete y señalarle que piezas eran. En España se
llaman aguacate y remolacha, pero esto me costó mucho
tiempo aprenderlo.
Algo que también me
resulta complicado y aún no lo consigo es evitar hablar con la “s”
cuando se necesita una “z” o una “c”. Todos los profesores me
han regañado alguna vez por ello, me corrigen cada dos por tres.
Pero es que no saben lo difícil que es esto, no me acostumbro. Digo
“luses” en vez de "luces", o “sumo”, “sapatos”,
“sejas” intentando decir "zumo", "zapatos" o "cejas". Y bueno, este
tipo de palabras son las menos problemáticas. Las peores son cuando
hay dos palabras en las que las letras son todas iguales menos una,
la “s”, que se cambia por una “c” o una “z”. Por ejemplo
seta y la letra zeta.
Expresiones como “bota la chompa al cazo” son muy diferentes. En España significa
“tira la chaqueta a la basura”. Y decir “vale” me costó un
año, porque en Perú cuando nos preguntan algo en vez de decir
“vale”, decimos “ya”.
A pesar de todas estas
diferencias, vivo mejor en España que en Lima. Pero crecí en Perú
y estoy muy orgulloso de ello.
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