jueves, 17 de noviembre de 2016

Cartas colombianas

Yaiza nos hace llegar la experiencia de su madre, Gloria, nacida en Colombia y afincada en España desde hace algo más de veinte años. 


Yo pienso que el rico quiere tener cada día más: ese es uno de los mayores problemas.”

Mi nombre es Gloria y nací en Calí, Colombia, donde me crié y crecí. Abandoné mi tierra en el año 1992 y vine a España con el propósito de buscar una vida mejor, ya que el sueldo que ganaba ahí era poco y no me alcanzaba para pagarme la carrera. Considero que a textos así hay que ponerles todo el empeño posible, así que expondré mis ideas sobre España y Colombia.

Cuando vine a España existían los skinheads, que eran una tribu urbana a la que le tenía mucho miedo, ya que fomentaban el racismo. Una vez oí una noticia que decía que los skinheads habían asesinado a un “negro” por su color de piel. Desde ese momento, podía llegar a cambiarme de acera o salir corriendo si veía a alguien con la cabeza rapada. España en esos tiempos no tenía grades porcentajes de extranjeros, por tanto era bastante raro ver a personas muy morenas como yo por la calle. Pero, realmente, yo nunca he sufrido agresiones racistas o cosas similares. De hecho, se me ha tratado muy bien.


Algo que me impactó bastante de España fue la presencia de una clase media, es decir, personas que se pueden permitir ciertos “lujos” sin ser necesariamente ricas. En Colombia no es así. O eres muy rico y vives en “lugares privilegiados” o eres muy pobre y apenas tienes dinero para las necesidades básicas de la vida. Además, los ricos son avariciosos, cada día quieren tener más, lo que hace que la desigualdad allí sea descomunal, hasta el punto de que es fácil encontrar a niños descalzos por la calle pidiendo dinero o robando. He aquí otra cosa que me sorprendió de este país: la ausencia de gamines. Aquí, ver a niños sin hogar pidiendo dinero no es común. De hecho, existen los comedores sociales, los cuales ayudan a gente que no tiene dinero para cubrir sus necesidades. Aun así, yo sigo encontrando en España adultos pidiendo en la calle, la mayoría de ellos extranjeros, lo cual me hace pensar en lo horrible que debe ser esa situación. [...]

Otra cosa que me impactó de España fue la seguridad que siento al andar por la calle. En Colombia, es fácil que te roben, ya sean los gamines o cualquier otra persona que quiera o que necesite dinero. Es arriesgarse mucho si vas por la calle con una cadena de oro. En cambio, aquí eso es muy poco probable. Aunque esa sensación de seguridad por Madrid, no siempre es buena. Una vez iba yo caminando por una de sus calles estrechas con una amiga cuando, de repente, un coche se paró enfrente de nosotras. Salieron dos chicos, uno de ellos con un machete enorme que me escandalizó nada más verlo. Recuerdo perfectamente cómo empecé a gritar en busca de ayuda. Ellos le quitaron el bolso a mi amiga pero yo me resistí. Llegó la policía justo cuando el chico estaba amenazándome con el cuchillo. Jamás me podré explicar por qué no le quise dar el bolso. Estaba considerando más importante el bolso que mi vida. Nunca se sabe cómo se va a reaccionar ante una situación de pánico. Yo reaccioné así, posponiendo la lógica en una situación en la que más la necesitaba. Y aunque sé que esto no es frecuente en España, esa fue la primera vez que me robaron. Quería usar este ejemplo para mostrar que la confianza y la supuesta “seguridad” a veces pueden ser traicioneras.

Por último, me gustaría hablar brevemente de cada país. Todos los países tienen sus cosas malas y sus cosas buenas. De España, adoro la nieve y el cambio de estaciones. También, me encanta la comida y el hecho de que se acompañen todas ellas con agua. Añoro, aún así, las frutas tropicales de mi país y el manjar blanco que hacía mi abuela sobre las cáscaras de coco. 

Me acuerdo, también, de la diferencia allí en Colombia entre el colegio público y el colegio privado. En el público, las clases son demasiados estrechas para 30 o más alumnos y hay un solo profesor para todas las materias. En cambio, el privado suele tener un profesor para cada materia y recuerdo que, al que yo fui, era femenino únicamente. Se intenta dividir a las personas para que no puedan interactuar entre ellas. Pero algo similar está pasando aquí, en España. La existencia de “guetos” hoy en día cada vez es más predominante, donde se separa a personas extranjeras, fomentando así la desigualdad. Una desigualdad que llevará al racismo, algo que ya no debería ni existir. Ese racismo surgirá a raíz de no tener costumbre de ver a alguien que es diferente a ti y a los que te rodean. ¿Ser diferente es algo malo? No, no lo es. Nosotros mismos, al separarnos, estamos cambiando esa definición y haciendo que sea malo algo lo que supuestamente nos debería unir más. Lo diferente es mejor, porque nos ayuda a conocer más cosas de las que estamos acostumbrados a ver. Todos somos diferentes y tenemos algo que aportar. Por el simple hecho de ser de otro color no se puede discriminar a alguien y alejarle de la sociedad. Yo misma soy una extranjera, una inmigrante, porque no he tenido más remedio que venir en busca de otra vida mejor. Y tuve que dejar todo lo que tenía allí, mi carrera y mi familia. El simple hecho de imaginarme que, nada más venir, te rechacen y sumen otra preocupación más a tu día a día es horroroso. Espero que algún día nos demos cuenta de que en realidad todos somos del mismo lugar, de la Tierra.

Solo existe una raza: la raza humana. 



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