lunes, 14 de noviembre de 2016

Cartas marruecas del siglo XXI

Hace unas semanas propusimos en clase la elaboración de un libro colectivo, de carácter misceláneo, que a la manera de las Cartas Marruecas de Cadalso ofreciera una imagen de España desde la perspectiva de quien llegó de fuera. En una entrada anterior, “De los viajeros ficticios a los migrantes reales”, fundamentábamos el porqué y el cómo de la propuesta. A lo largo de esta semana iremos ofreciendo una pequeña muestra de estas Cartas marruecas (y colombianas, y ecuatorianas, y rumanas, y búlgaras...) del siglo XXI". Empezamos con la carta de Mohamed, que pone por escrito la experiencia y la mirada de su abuela Fátima. 


Me casé a la temprana edad de los 16 años y tuve a mi primer hijo a los 17”

Hola, alumnos del María Guerrero. Me habría gustado hablaros en persona sobre mí; pero no creo que sea posible. En primer lugar, me llamo Fátima y tengo aproximadamente 61 años, 20 de los cuales he vivido aquí en España. Nací en Marruecos. Lamento no poder decir el día o el año, algo que yo también desconozco; esto se debe a que nací y crecí en el Rif y mis padres no pudieron ir a hacerme los papeles y poner por escrito que había nacido tal día a tal hora en tal año.

En mi época la principal ocupación era el campo. Éramos 13 hermanos y hermanas más mis dos padres, y todos estábamos sincronizados de tal forma que todos hacían algo para al final poder llevarnos un trozo de pan a la boca. De todos mis hermanos solo tres consiguieron sacar un tiempo para poder ir a la escuela. Como yo era la mayor no tuve ese privilegio y tuve que quedarme en casa a ayudar a mi madre y cuidar a mis hermanos.

Pasaron los años y nos mudamos a un pueblo llamado Targuist, donde mejoraron nuestras condiciones. Apareció la televisión y era magia para nosotros; era alucinante. Más adelante llegó el teléfono y por fin pudimos tener contacto con el exterior. 

 Targuist (Marruecos)

Me casé a la temprana edad de los 16 años y tuve a mi primer hijo a los 17. Mi marido se jugó la vida para ir al harij (extranjero, así es como llamábamos a España y a los países europeos); llegó a salvo en una patera con otros 14 hombres (no me acuerdo exactamente de la cifra). Encontró trabajo y me enviaba dinero cada mes para mantener a mi hijo, Mohamed. Más tarde volvió a Marruecos unas semanas y nos mudamos a Tánger; donde tuve a mi segundo hijo.


Pasaron unos años y quisimos venir a España, la cual me la imaginaba con grandes rascacielos, todo alucinante… algo parecido a Nueva York, un país perfecto. Al principio así fue, pero las cosas cambiaron, algo que ya me había advertido mi marido, por lo que me di cuenta de que no existían los países perfectos. Pasaron los días y esto era muy nuevo para mí; llevé a mis hijos al colegio y me pareció increíble lo cerca que estaba el colegio, apenas tenía que caminar, y sobre todo que no se pegaba a los alumnos sino que se les castigaba... No sabía por qué cuando me sentaba en el banco al lado de unas mujeres para esperar a que saliesen mis hijos del colegio, ellas siempre se levantaban y ni me contestaban al simple “hola” que les decía y que había aprendido hacía poco. Más adelante me di cuenta de que era cuestión de mi procedencia y mis creencias...

Me gustó lo educados que son los españoles, comen con cubiertos y cada uno con su plato; muy pronto hicimos lo mismo en casa pero sin dejar de lado nuestras costumbres. Hoy en día me parece que las familias al sentarse a la mesa no hablan, sino que su principal preocupación son las nuevas tecnologías y antes no pensábamos tanto en eso sino en poder tener un momento del día en el que charlar con nuestra familia sobre nuestras cosas…

Su forma de vestir me pareció muy lujosa, ya que nosotros nos vestimos con las típicas jalaba (los “vestidos” que nos ponemos) y el velo. También, he visto al lado de muchos contenedores objetos que todavía funcionan pero por el hecho de tener un pequeño daño se tiran; algo que en Marruecos no pasa porque no se tiran las cosas hasta que no sirvan para nada.

Los españoles me parecen grandes personas, las más amables que he conocido; te ayudan en cualquier cosa que les pidas y creo que he tenido una gran suerte de tener a los vecinos con los que convivo día a día ya que me han ayudado siempre que han podido. Por otra parte a España solo vinimos a buscar oportunidades y cuando mis hijos consigan un título y un buen trabajo espero volver a nuestro país ya que allí es donde nacimos y donde me gustaría pasar mis últimos años de vida.

5 comentarios:

  1. Preciosa iniciativa. La carta me ha emocionado. Qué manera más bonita de crear empatía con las personas migrantes. Gracias por compartir.

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  2. Enhorabuena! Me parece un proyecto muy necesario! Gracias por compartir vuestras vivencias, Mohamed y Fátima!

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  3. Me ha gustado mucho este proyecto. En Historia, en 4º ESO, yo he tomado como excusa los Episodios Nacionales de Galdós para que mis alumnos escriban la historia de una saga familiar ficticia desde del S.XVIII a la actualidad. Los alumnos están emocionados y ya han redactado los dos primeros capítulos (Guerra de Sucesión y reinados de Felipe V y Fernando VI). El año pasado hicimos algo parecido en 2º ESO con una familia a lo largo de la Edad Media y también les encantó. Pero este tipo de proyectos no se ajustan a los malditos "estándares de aprendizaje". Saludos y enhorabuena.

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  4. me gusta la propuesta por su sensibilidad, su sencillez y su deseo de fomentar la convivencia

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  5. Una propuesta que nos indica el camino por donde deberíamos ir. Gracias.

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