Hace unas semanas propusimos en clase la elaboración
de un libro colectivo, de carácter misceláneo, que a la manera de
las Cartas Marruecas de Cadalso ofreciera una imagen de España
desde la perspectiva de quien llegó de fuera. En una entrada
anterior, “De los viajeros ficticios a los migrantes reales”,
fundamentábamos el porqué y el cómo de la propuesta. A lo largo de esta semana iremos ofreciendo una pequeña
muestra de estas Cartas marruecas (y colombianas, y ecuatorianas, y rumanas, y búlgaras...) del siglo XXI". Empezamos con la carta de Mohamed, que pone por escrito la
experiencia y la mirada de su abuela Fátima.
“Me casé a la temprana edad de los 16 años y tuve a mi primer hijo a los 17”
Hola,
alumnos del María Guerrero. Me habría gustado hablaros en persona
sobre mí; pero no creo que sea posible. En primer lugar, me llamo
Fátima y tengo aproximadamente 61 años, 20 de los cuales he vivido
aquí en España. Nací en Marruecos. Lamento no poder decir el día
o el año, algo que yo también desconozco; esto se debe a que nací
y crecí en el Rif y mis padres no pudieron ir a hacerme los papeles
y poner por escrito que había nacido tal día a tal hora en tal año.
En
mi época la principal ocupación era el campo. Éramos 13 hermanos y
hermanas más mis dos padres, y todos estábamos sincronizados de tal
forma que todos hacían algo para al final poder llevarnos un trozo
de pan a la boca. De todos mis hermanos solo tres consiguieron sacar un
tiempo para poder ir a la escuela. Como yo era la mayor no tuve ese
privilegio y tuve que quedarme en casa a ayudar a mi madre y cuidar a
mis hermanos.
Pasaron
los años y nos mudamos a un pueblo llamado Targuist, donde mejoraron
nuestras condiciones. Apareció la televisión y era magia para
nosotros; era alucinante. Más adelante llegó el teléfono y por fin
pudimos tener contacto con el exterior.
Me casé a la temprana edad de los 16 años y tuve a mi primer hijo a los 17. Mi marido se jugó la vida para ir al harij (extranjero, así es como llamábamos a España y a los países europeos); llegó a salvo en una patera con otros 14 hombres (no me acuerdo exactamente de la cifra). Encontró trabajo y me enviaba dinero cada mes para mantener a mi hijo, Mohamed. Más tarde volvió a Marruecos unas semanas y nos mudamos a Tánger; donde tuve a mi segundo hijo.
Targuist (Marruecos)
Me casé a la temprana edad de los 16 años y tuve a mi primer hijo a los 17. Mi marido se jugó la vida para ir al harij (extranjero, así es como llamábamos a España y a los países europeos); llegó a salvo en una patera con otros 14 hombres (no me acuerdo exactamente de la cifra). Encontró trabajo y me enviaba dinero cada mes para mantener a mi hijo, Mohamed. Más tarde volvió a Marruecos unas semanas y nos mudamos a Tánger; donde tuve a mi segundo hijo.
Pasaron
unos años y quisimos venir a España, la cual me la imaginaba con
grandes rascacielos, todo alucinante… algo parecido a Nueva York,
un país perfecto. Al principio así fue, pero las cosas cambiaron, algo que ya me había advertido mi marido, por lo que me di cuenta
de que no existían los países perfectos. Pasaron los días y esto era
muy nuevo para mí; llevé a mis hijos al colegio y me pareció
increíble lo cerca que estaba el colegio, apenas tenía que caminar,
y sobre todo que no se pegaba a los alumnos sino que se les
castigaba... No sabía por qué cuando me sentaba en el banco al lado de unas mujeres para
esperar a que saliesen mis hijos del colegio, ellas siempre se levantaban y ni me contestaban al simple “hola”
que les decía y que había aprendido hacía poco. Más adelante me
di cuenta de que era cuestión de mi procedencia y mis creencias...
Me gustó lo educados
que son los españoles, comen con cubiertos y cada uno con su plato; muy pronto
hicimos lo mismo en casa pero sin dejar de lado nuestras costumbres.
Hoy en día me parece que las familias al sentarse a la mesa no
hablan, sino que su principal preocupación son las nuevas
tecnologías y antes no pensábamos tanto en eso sino en poder tener
un momento del día en el que charlar con nuestra familia sobre
nuestras cosas…
Su
forma de vestir me pareció muy lujosa, ya que nosotros nos vestimos
con las típicas jalaba (los “vestidos” que nos ponemos) y
el velo. También, he visto al lado de muchos contenedores objetos
que todavía funcionan pero por el hecho de tener un pequeño daño
se tiran; algo que en Marruecos no pasa porque no se tiran las cosas
hasta que no sirvan para nada.
Los
españoles me parecen grandes personas, las más amables que he
conocido; te ayudan en cualquier cosa que les pidas y creo que he
tenido una gran suerte de tener a los vecinos con los que convivo día
a día ya que me han ayudado siempre que han podido. Por otra parte a
España solo vinimos a buscar oportunidades y cuando mis hijos
consigan un título y un buen trabajo espero volver a nuestro país
ya que allí es donde nacimos y donde me gustaría pasar mis últimos
años de vida.
Preciosa iniciativa. La carta me ha emocionado. Qué manera más bonita de crear empatía con las personas migrantes. Gracias por compartir.
ResponderEliminarEnhorabuena! Me parece un proyecto muy necesario! Gracias por compartir vuestras vivencias, Mohamed y Fátima!
ResponderEliminarMe ha gustado mucho este proyecto. En Historia, en 4º ESO, yo he tomado como excusa los Episodios Nacionales de Galdós para que mis alumnos escriban la historia de una saga familiar ficticia desde del S.XVIII a la actualidad. Los alumnos están emocionados y ya han redactado los dos primeros capítulos (Guerra de Sucesión y reinados de Felipe V y Fernando VI). El año pasado hicimos algo parecido en 2º ESO con una familia a lo largo de la Edad Media y también les encantó. Pero este tipo de proyectos no se ajustan a los malditos "estándares de aprendizaje". Saludos y enhorabuena.
ResponderEliminarme gusta la propuesta por su sensibilidad, su sencillez y su deseo de fomentar la convivencia
ResponderEliminarUna propuesta que nos indica el camino por donde deberíamos ir. Gracias.
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