Preparar una programación implica diseñar
posibles situaciones de aprendizaje coherentes con lo establecido por
el currículo y sensibles a las particularidades de los
aprendices y las
coyunturas del contexto.
Creemos en el valor de lo imprevisto, pero sabemos bien que en Secundaria es inevitable un trabajo previo de laboratorio. Quien dispone de todo el tiempo del mundo puede ir preparando día a día el menú que ofrecerá a sus comensales. Quien no dispone de tanto tiempo habrá de anticipar con un cierto grado de aproximación el menú semanal para tener la compra hecha y un borrador aproximado de lo que cocinará de lunes a domingo: de lo contrario, la improvisación puede romper la necesaria variedad y el imprescindible equilibrio entre alimentos.
Creemos en el valor de lo imprevisto, pero sabemos bien que en Secundaria es inevitable un trabajo previo de laboratorio. Quien dispone de todo el tiempo del mundo puede ir preparando día a día el menú que ofrecerá a sus comensales. Quien no dispone de tanto tiempo habrá de anticipar con un cierto grado de aproximación el menú semanal para tener la compra hecha y un borrador aproximado de lo que cocinará de lunes a domingo: de lo contrario, la improvisación puede romper la necesaria variedad y el imprescindible equilibrio entre alimentos.
Para ello, para proceder a ese trabajo de laboratorio que trate de bosquejar un posible menú, es imprescindible tener en cabeza los ingredientes (los contenidos), las necesidades nutritivas de los comensales (los objetivos) y el modo en que verificaremos que efectivamente estamos acertando (o no): criterios y procedimientos de evaluación. Otra cosa será, como antes apuntábamos, que todo ello debe estar abierto para adaptarse a las necesidades y gustos de cada una de las personas (que pueden ser o no vegetarianas, diabéticas o celíacas; amar o aborrecer la pasta, etc.) y del contexto. Por último, y de la misma manera en que tanto se habla de la diversidad del alumnado, bueno será que alguna vez reivindiquemos también la diversidad del profesorado: una buena coordinación entre los miembros del equipo docente y de cada departamento permitiría que cada cual pudiera poner el énfasis en aquello que mejor se le da o con lo que más disfruta (sea el análisis de la publicidad, la reflexión sobre la lengua o el taller de escritura creativa) sin perjudicar a los estudiantes ni con sobredosis ni con carencias.
En
estos días previos al inicio de curso, y cuando acabamos de saber
qué grupos tendremos a nuestro cargo, resulta imprescindible la zambullida en la normativa oficial: este año estrenamos LOMCE y no
queremos que sean las editoriales de los libros de texto las que
usurpen nuestro papel. Aunque para ello, es verdad, necesitamos
tiempo, un tiempo cada vez más escaso como consecuencia de la creciente
(y deliberada) descualificación del profesorado.
- El primero, de ámbito estatal, está regulado por el Real Decreto 1105/2014, de 26 de diciembre, por el que se establece el currículo básico de la Educación Secundaria Obligatoria y del Bachillerato. En él se recogen "los objetivos, competencias, contenidos, estándares y resultados de aprendizaje evaluables y criterios de evaluación". Este documento fue complementado por la Orden ECD/65/2015, de 21 de enero, por la que se describen las relaciones entre las competencias, los contenidos y los criterios de evaluación de la educación primaria, la educación secundaria obligatoria y el bachillerato.
- Posteriormente, cada Comunidad Autónoma procede a la segunda fase de concreción del currículo. En nuestro caso, el correspondiente a la Comunidad de Madrid para la Secundaria Obligatoria: Decreto 48/2015, de 14 de mayo, del Consejo de Gobierno, por el que se establece para la Comunidad de Madrid el currículo de la Educación Secundaria Obligatoria.
- El tercer paso es que el corresponde a los centros docentes y al profesorado, a quienes se confía la tarea de "de diseñar tareas o situaciones de aprendizaje que posibiliten la resolución de problemas, la aplicación de los conocimientos aprendidos y la promoción de la actividad de los estudiantes". De hecho, ninguno de los documentos citados hace referencia alguna a uno de los componentes esenciales del currículo, la metodología, definida como el "conjunto de estrategias, procedimientos y acciones organizadas y planificadas por el profesorado, de manera consciente y reflexiva, con la finalidad de posibilitar el aprendizaje del alumnado y el logro de los objetivos planteados." Dada la opacidad del proceso de elaboración de los currículos, hagamos nuestro al menos este tercer paso de concreción de los mismos y asumamos la tarea de programar con el mayor respeto posible hacia nuestro alumnado y con la mayor responsabilidad de que seamos capaces con respecto a la construcción de un mundo menos desigual y más sostenible.
Aunque
nos proponemos en próximas entradas proceder a una lectura detenida
de ambos documentos sí podemos señalar algunas cosas:
1. En esta ocasión, el decreto de mínimos y el desarrollo
autonómico madrileño son prácticamente idénticos, salvo en lo que se
refiere a la educación literaria. El legislador madrileño ha optado por un grado de concreción que apenas deja espacio a los docentes en la selección de itinerarios. Lo iremos viendo.
2.
Cada uno de estos decretos consta, en lo que a nuestra asignatura se
refiere, de los siguientes elementos:
a) Un largo
preámbulo
(que, a falta de la enumeración pormenorizada de objetivos, sirve de
referencia con respecto al rumbo a que se orienta el posterior
despliegue de contenidos y criterios de evaluación). ¿Qué es lo
más relevante de este preámbulo? La taxativa alineación en los
enfoques comunicativos, algo que sin duda alguna debe jugar a nuestro
favor a la hora de programar.
"El
enfoque comunicativo centrado en el uso funcional de la lengua se
articula alrededor de un eje que es el uso social de la lengua en
diferentes ámbitos: privados y públicos, familiares y escolares.
La asignatura se centra en el aprendizaje de las destrezas
discursivas que pueden darse en diversos ámbitos: el de las
relaciones personales, el académico, el social y el de los medios de
comunicación, cuyo dominio requiere procedimientos y conocimientos
explícitos acerca del funcionamiento del lenguaje en todas sus
dimensiones, tanto relativos a los elementos formales como a las
normas sociolingüísticas que presiden los intercambios."
"En
resumen, esta materia persigue el objetivo último de crear
ciudadanos conscientes e interesados en el desarrollo y la mejora de
su competencia comunicativa, capaces de interactuar
satisfactoriamente en todos los ámbitos que forman y van a formar
parte de su vida. Esto exige una reflexión sobre los mecanismos de
usos orales y escritos de su propia lengua, y la capacidad de
interpretar y valorar el mundo y de formar sus propias opiniones a
través de la lectura crítica de las obras literarias más
importantes de todos los tiempos."
(Quizá no esté de más subrayar que pese
a los recelos que con tanta frecuencia levanta el quehacer de quien
se atreve a desembarazarse del libro de texto, a menudo las
programaciones alternativas a que esta opción dan lugar son mucho
más respetuosas con la legislación vigente que aquellas que se
limitan a transcribir punto por punto los índices de los manuales
escolares. Ya es hora, pues, de sacudirnos los miedos y "salir
del refugio".)
b) El desarrollo de
contenidos, organizados en cuatro bloques:
Bloque 1: Comunicación
oral: escuchar y hablar
Bloque 2: Comunicación
escrita: leer y escribir
Bloque 3: Conocimiento
de la lengua
Bloque 4: Educación
literaria
c)
El listado -para cada uno de ellos- de los criterios de
evaluación y de estándares de aprendizaje evaluables.
3.
En una primera lectura llama poderosamente la atención la
descompensación entre el espacio dedicado a los contenidos y el
dedicado a los estándares de aprendizaje evaluables que suman,
solo para el 4º curso de la ESO, un total de 103 ítems. Si
estos son los que servirán de base para la elaboración -no lo
olvidemos- de las cuestionadas reválidas, la sensación de
perplejidad y desbordamiento es absoluta. En primer lugar, porque en
este primer año de andadura de la LOMCE supone ir a ciegas. No
sabemos -aunque podamos intuirlo- cuáles de ellos tendrán peso en
esa evaluación final externa y cuáles permaneceran una vez más en
el olvido. Y dos: porque una vez establecida la primera reválida,
ella servirá de norte para la programación que los docentes hagan
en los próximos años, con lo que una vez más todos aquellos
aprendizajes que no resulten mensurables en una prueba de lápiz
y papel, individual y contrarreloj quedarán definitivamente
relegados de las programaciones didácticas y del cotidiano quehacer
en colegios e institutos.
No
obstante, decíamos, dedicaremos las próximas entradas a compartir la lectura que hemos hecho de cada uno de los bloques de
contenidos con sus correspondientes criterios de evaluación y
estándares de aprendizaje, así como del modo que integran los
denominados "ejes transversales del currículo" y su
contribución al desarrollo de las "competencias básicas".
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