jueves, 8 de septiembre de 2016

Leer el currículo


Preparar una programación implica diseñar posibles situaciones de aprendizaje coherentes con lo establecido por el currículo y sensibles a las particularidades de los aprendices y las coyunturas del contexto. 

Creemos en el valor de lo imprevisto, pero sabemos bien que en Secundaria es inevitable un trabajo previo de laboratorio. Quien dispone de todo el tiempo del mundo puede ir preparando día a día el menú que ofrecerá a sus comensales. Quien no dispone de tanto tiempo habrá de anticipar con un cierto grado de aproximación el menú semanal para tener la compra hecha y un borrador aproximado de lo que cocinará de lunes a domingo: de lo contrario, la improvisación puede romper la necesaria variedad y el imprescindible equilibrio entre alimentos.

Para ello, para proceder a ese trabajo de laboratorio que trate de bosquejar un posible menú, es imprescindible tener en cabeza los ingredientes (los contenidos), las necesidades nutritivas de los comensales (los objetivos) y el modo en que verificaremos que efectivamente estamos acertando (o no): criterios y procedimientos de evaluación. Otra cosa será, como antes apuntábamos, que todo ello debe estar abierto para adaptarse a las necesidades y gustos de cada una de las personas (que pueden ser o no vegetarianas, diabéticas o celíacas; amar o aborrecer la pasta, etc.) y del contexto. Por último, y de la misma manera en que tanto se habla de la diversidad del alumnado, bueno será que alguna vez reivindiquemos también la diversidad del profesorado: una buena coordinación entre los miembros del equipo docente y de cada departamento permitiría que cada cual pudiera poner el énfasis en aquello que mejor se le da o con lo que más disfruta (sea el análisis de la publicidad, la reflexión sobre la lengua o el taller de escritura creativa) sin perjudicar a los estudiantes ni con sobredosis ni con carencias.

En estos días previos al inicio de curso, y cuando acabamos de saber qué grupos tendremos a nuestro cargo, resulta imprescindible la zambullida en la normativa oficial: este año estrenamos LOMCE y no queremos que sean las editoriales de los libros de texto las que usurpen nuestro papel. Aunque para ello, es verdad, necesitamos tiempo, un tiempo cada vez más escaso como consecuencia de la creciente (y deliberada) descualificación del profesorado.

Como sabemos, el currículo se concreta en tres momentos.
  • Posteriormente, cada Comunidad Autónoma procede a la segunda fase de concreción del currículo. En nuestro caso, el correspondiente a la Comunidad de Madrid para la Secundaria Obligatoria: Decreto 48/2015, de 14 de mayo, del Consejo de Gobierno, por el que se establece para la Comunidad de Madrid el currículo de la Educación Secundaria Obligatoria.
  • El tercer paso es que el corresponde a los centros docentes y al profesorado, a quienes se confía la tarea de "de diseñar tareas o situaciones de aprendizaje que posibiliten la resolución de problemas, la aplicación de los conocimientos aprendidos y la promoción de la actividad de los estudiantes". De hecho, ninguno de los documentos citados hace referencia alguna a uno de los componentes esenciales del currículo, la metodología, definida como el "conjunto de estrategias, procedimientos y acciones organizadas y planificadas por el profesorado, de manera consciente y reflexiva, con la finalidad de posibilitar el aprendizaje del alumnado y el logro de los objetivos planteados." Dada la opacidad del proceso de elaboración de los currículos, hagamos nuestro al menos este tercer paso de concreción de los mismos y asumamos la tarea de programar con el mayor respeto posible hacia nuestro alumnado y con la mayor responsabilidad de que seamos capaces con respecto a la construcción de un mundo menos desigual y más sostenible.


Aunque nos proponemos en próximas entradas proceder a una lectura detenida de ambos documentos sí podemos señalar algunas cosas:
    1. En esta ocasión, el decreto de mínimos y el desarrollo autonómico madrileño son prácticamente idénticos, salvo en lo que se refiere a la educación literaria. El legislador madrileño ha optado por un grado de concreción que apenas deja espacio a los docentes en la selección de itinerarios. Lo iremos viendo.
     
    2. Cada uno de estos decretos consta, en lo que a nuestra asignatura se refiere, de los siguientes elementos:
       a) Un largo preámbulo (que, a falta de la enumeración pormenorizada de objetivos, sirve de referencia con respecto al rumbo a que se orienta el posterior despliegue de contenidos y criterios de evaluación). ¿Qué es lo más relevante de este preámbulo? La taxativa alineación en los enfoques comunicativos, algo que sin duda alguna debe jugar a nuestro favor a la hora de programar.
    "El enfoque comunicativo centrado en el uso funcional de la lengua se articula alrededor de un eje que es el uso social de la lengua en diferentes ámbitos: privados y públicos, familiares y escolares. La asignatura se centra en el aprendizaje de las destrezas discursivas que pueden darse en diversos ámbitos: el de las relaciones personales, el académico, el social y el de los medios de comunicación, cuyo dominio requiere procedimientos y conocimientos explícitos acerca del funcionamiento del lenguaje en todas sus dimensiones, tanto relativos a los elementos formales como a las normas sociolingüísticas que presiden los intercambios."

    "En resumen, esta materia persigue el objetivo último de crear ciudadanos conscientes e interesados en el desarrollo y la mejora de su competencia comunicativa, capaces de interactuar satisfactoriamente en todos los ámbitos que forman y van a formar parte de su vida. Esto exige una reflexión sobre los mecanismos de usos orales y escritos de su propia lengua, y la capacidad de interpretar y valorar el mundo y de formar sus propias opiniones a través de la lectura crítica de las obras literarias más importantes de todos los tiempos."

    (Quizá no esté de más subrayar que pese a los recelos que con tanta frecuencia levanta el quehacer de quien se atreve a desembarazarse del libro de texto, a menudo las programaciones alternativas a que esta opción dan lugar son mucho más respetuosas con la legislación vigente que aquellas que se limitan a transcribir punto por punto los índices de los manuales escolares. Ya es hora, pues, de sacudirnos los miedos y "salir del refugio".)

      b) El desarrollo de contenidos, organizados en cuatro bloques:
  Bloque 1: Comunicación oral: escuchar y hablar
  Bloque 2: Comunicación escrita: leer y escribir
  Bloque 3: Conocimiento de la lengua
  Bloque 4: Educación literaria

       c) El listado -para cada uno de ellos- de los criterios de evaluación y de estándares de aprendizaje evaluables.

    3. En una primera lectura llama poderosamente la atención la descompensación entre el espacio dedicado a los contenidos y el dedicado a los estándares de aprendizaje evaluables que suman, solo para el 4º curso de la ESO, un total de 103 ítems. Si estos son los que servirán de base para la elaboración -no lo olvidemos- de las cuestionadas reválidas, la sensación de perplejidad y desbordamiento es absoluta. En primer lugar, porque en este primer año de andadura de la LOMCE supone ir a ciegas. No sabemos -aunque podamos intuirlo- cuáles de ellos tendrán peso en esa evaluación final externa y cuáles permaneceran una vez más en el olvido. Y dos: porque una vez establecida la primera reválida, ella servirá de norte para la programación que los docentes hagan en los próximos años, con lo que una vez más todos aquellos aprendizajes que no resulten mensurables en una prueba de lápiz y papel, individual y contrarreloj quedarán definitivamente relegados de las programaciones didácticas y del cotidiano quehacer en colegios e institutos.


No obstante, decíamos, dedicaremos las próximas entradas a compartir la lectura que hemos hecho de cada uno de los bloques de contenidos con sus correspondientes criterios de evaluación y estándares de aprendizaje, así como del modo que integran los denominados "ejes transversales del currículo" y su contribución al desarrollo de las "competencias básicas".

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