Cerramos
esta serie de tres posts dedicados a la lectura del currículo con el último de los bloques, el referido a la Educación
literaria. Sus
contenidos se distribuyen en tres apartados: Plan lector, Aproximación a la literatura a través de sus textos y Creación.
a)
El correspondiente al Plan lector reza así: "Lectura
libre de obras de la literatura española y universal y de la
literatura juvenil como fuente de placer, de enriquecimiento personal
y de conocimiento del mundo para lograr el desarrollo de sus propios
gustos e intereses literarios y su autonomía lectora".
Sorprende
extraordinariamente encontrar el Plan
lector como un contenido del bloque Educación literaria.
El Plan lector de un centro concierne a todas las áreas del
currículo, y la lectura literaria no es sino una de sus dimensiones.
Un Plan lector debe asegurar una intervención planificada y
coordinada de todos los departamentos para abordar la enseñanza de la
lectura de todo tipo de textos además de contribuir al
desarrollo del hábito lector. Que en un texto de estas
características se siga identificando "Plan lector" con "lectura literaria" nos parece enormemente reduccionista. Difícilmente avanzaremos
así hacia planteamientos más ambiciosos e integradores.
Más
allá de ello, destaquemos que este eje insiste en "la lectura
libre de obras de la literatura
española y universal y de la literatura juvenil". Aplaudimos la
presencia del adjetivo libre
y el énfasis puesto en la ampliación del corpus tanto
hacia la literatura universal como hacia la literatura juvenil.
Una vez más la sombra de las futuras reválidas puede invalidar este
rotundo enunciado dada la dificultad de evaluar en una prueba de esas
características "la lectura libre" del alumnado. Por otra
parte, difícilmente se puede impulsar el fomento del hábito lector
sin un cuidado especial por las bibliotecas escolares, abandonadas a
su suerte desde hace décadas en la Comunidad de Madrid y sumidas en
el olvido en la propia LOMCE.
b)
El segundo eje – Aproximación a la literatura a través de
sus textos- es el único que tiene un tratamiento
diferenciado en el BOE y en el BOCM (Boletín Oficial de la
Comunidad de Madrid). El enunciado del Real Decreto -reproducido en
el BOCM- es el siguiente: "Aproximación
a las obras más representativas de la literatura española del siglo
XVlll a nuestros días a través de la lectura y explicación de
fragmentos significativos y, en su caso, obras completas."
Una
vez más, esta aproximación mediada en las aulas -por oposición a
la lectura libre del apartado anterior- se limita a la literatura
española, y una vez más el criterio organizador es el
cronológico. Sin duda alguna, mucho mejor librados salen los
estudiantes de 4º ESO, que estudiarán la literatura
posterior al siglo XVIII, que los de 2º ESO de la
Comunidad de Madrid, quienes a sus trece años habrán de
vérselas con la literatura medieval y de los Siglos de Oro, para
volver sobre ella más detenidamente en 3º ESO, donde se
prescribe la lectura de El Cantar de Mío Cid, El Conde Lucanor,
Jorge Manrique, La Celestina, Garcilaso de la Vega, Fray Luis
de León, Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, El
Lazarillo de Tormes, El Quijote, Quevedo y Góngora. Lope de Vega
y Calderón de la Barca. Muchos más sensatos, sin duda alguna, los
redactores del decreto de mínimos -que dejan una cierta inciativa a
los docentes a la hora de diseñar los itinerarios, pese a las
constricciones de la opción por la historiografía literaria
nacional como eje de la educación literaria-, que los responsables
de su desarrollo autonómico en la Comunidad de Madrid, obsesionados
por el despliegue enciclopédico de la nómina de autores, por mucho
que estos queden a años luz del horizonte lector y biográfico de
los chicos y chicas de 14 y 15 años.
Reflexión lectora. Emma Leonard
Pero
vayamos con el desarrollo que del enunciado "literatura española
del siglo XVlll a nuestros días", el período asignado a 4º
ESO, se hace en el BOCM:
- El teatro, la prosa y la poesía del siglo XVIII. Lectura comentada de textos teatrales, ensayísticos y poéticos.
- La literatura del siglo XIX: Romanticismo, Realismo y Naturalismo.
- Características generales de la literatura del siglo XX.- El Modernismo y la Generación del 98. Rubén Darío y otros escritores modernistas. Unamuno y otros escritores del 98.
- Identificación
de las características generales de la literatura romántica. José
de Espronceda. Gustavo Adolfo Bécquer.
- Identificación
de las características generales de la narrativa realista y
naturalista. Benito Pérez Galdós. Leopoldo Alas Clarín.
- Tendencias y autores más representativos de la literatura de postguerra.
Tres cosas llaman la atención en una primera lectura:
1.
Si bien el epígrafe del BOE prescribe el estudio de la literatura española desde el siglo XVIII
a nuestros días, el BOCM establece como fecha límite "la
posguerra".
2.
Al detallar tan pormenorizadamente qué textos o qué autores hay
que leer, se limita extrordinariamente la libertad del profesorado
de escoger un criterio, un eje desde el que proceder a la selección
a fin de superar la tradicional fragmentación y el secular
enciclopedismo que acaba por convertir la historia literaria en una
extensa relación de nombre y títulos. Por otra parte, ¿en virtud
de qué criterios se destaca por ejemplo, en la literatura del Fin
de Siglo, a Unamuno y Rubén Darío y se silencia a Antonio Machado?
No acabamos de entenderlo.
3.
Una vez más, pareciera que la creación literaria fuera
exclusivamente, como rezaba la publicidad de aquel viejo cognac,
"cosa de hombres". Ni una sola mujer es nombrada en el
elenco.
Creemos
que se trata de tres objeciones lo suficientemente graves como para
reclamar de los docentes alguna respuesta que no sea el silencio y la
resignación. Y ojalá alguna vez nos planteemos si en tiempos de
globalización y mestizaje tiene sentido convertir la partida de
nacimiento de los autores en filtro desde el que seleccionar el canon
literario de la escuela. Por nuestra parte, nos
hemos pronunciado reiteradamente por una apertura del canon, por
una renuncia al enciclopedismo y por el diseño de itinerarios de
lectura que partan del horizonte de expectativas de los adolescentes
y que no renuncien ni a la lectura en contrapunto de los textos
literarios con otro tipo de textos ni a la relectura de la palabra y
la reescritura del mundo.
c)
El tercero de los apartados - Creación- alude tanto a
la redacción de textos de intención literaria como a la elaboración
de trabajos a partir de diversas fuentes de información.
Navegando con la escritura. Roberto Weigand
Tras
esta presentación tan sucinta de contenidos (en el BOE) llega el
habitual despliegue de criterios de evaluación y estándares de
aprendizaje. Entre ellos, uno nos interesa especialmente:
Promover
la reflexión sobre la conexión entre la literatura y el resto de
las artes.
2.1. Desarrolla
progresivamente la capacidad de reflexión observando, analizando y
explicando la relación existente entre diversas manifestaciones
artísticas de todas las épocas (música, pintura, cine...).
2.2. Reconoce y
comenta la pervivencia o evolución de personajes-tipo, temas y
formas a lo largo de los diversos periodos histórico/literarios
hasta la actualidad.
2.3. Compara textos
literarios y piezas de los medios de comunicación que respondan a un
mismo tópico, observando, analizando y explicando los diferentes
puntos de vista según el medio, la época o la cultura y valorando y
criticando lo que lee o ve.
Sin
duda alguna, un currículo que apostara por renunciar al
enciclopedismo y favoreciera el diseño de constelaciones literarias
propiciaría con mucha más naturalidad estos aprendizajes. Leyendo
detenidamente los estándares que cierran el documento oficial mucho
nos tememos que unos instrumentos de evaluación empeñados en medir
y cuantificar lo matemáticamente mensurable sigan encerrados en el
cómputo silábico, la repetición memorística de obras y autores y,
todo lo más, un comentario de texto a menudo reducido a un algoritmo
mecánico que acaba amordazando la voz de los estudiantes. Pero ojalá nos
equivoquemos.
Muy interesante y, a la vez, descorazonador. La distancia entre criterios de valuación/estándares de aprendizaje y contenidos parece difícilmente salvable. Retrocedemos, sin duda, con el añadido de la reválida que parece querer cortar las alas a todo atisbo de innovación´. Gracias por tu sabia reflexión.
ResponderEliminarGracias a ti, Flora. Hemos de frenar este despropósito de las reválidas, sí, y no claudicar en las aulas. Lo que de salvable pudiera haber en los currículos LOMCE -una ley de perversa arquitectura- lo malograrán a buen seguro las reválidas. Por eso no podemos anticiparlas en nuestras clases. Ojalá aplicáramos a nuestra práctica docente los mismos argumentos que esgrimimos contra las evaluaciones externas. Hagamos nuestras las palabras de Jorge Riechmann y "dejemos el pesismismo para tiempos mejores".
ResponderEliminarGracias, Lupe, por ofrecernos una lectura tan clarificadora del currículo. Qué lujo poder hacer mías tus reflexiones. El currículo no tiene ni pies ni cabeza. ¿Cómo se puede estar insistiendo machaconamente a lo largo de todo él que una de las cualidades del texto es la adecuación y luego poner a Góngora y a Fray Luis como autores a los que estudiar de forma obligatoria con 14 años? Está claro que mandan estudiar lo que ni siquiera comprenden.
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