UN
FINAL DESGRACIADO
Lean
esta imagen de Gervasio Sánchez, Premio Nacional de Fotografía de
este año, de arriba abajo y de izquierda a derecha, como si fuera un
texto. Despacio. Cuenta toda una historia.
Si leyéramos
esta fotografía de izquierda a derecha y de arriba abajo, como un
texto, los dos primeros tercios del relato nos parecerían amables,
casi una postal. He ahí una mujer africana descansando plácidamente
con su hija. Sin duda, nos detendríamos en la nuca de la joven y
después en sus hombros desnudos. Tal vez siguiéramos por un momento
la trayectoria de los brazos para regresar luego, también a través
de ellos, a su espalda y alcanzar, tras la lectura del corpiño, la
cintura, donde el relato se ensancha, y no sólo por las caderas. De
súbito, hemos descubierto a la niña, que duerme con un abandono
semejante al de la madre, completando un cuadro que podríamos
calificar de delicioso (de ameno, si ustedes prefieren).
Y
ya estamos a punto de abandonar la lectura de la imagen, porque lo
hacemos todo a la carrera, y porque apenas quedan una líneas
que presumiblemente no aportarán nada nuevo a la postal, cuando una
incongruencia rompe el idilio que veníamos manteniendo con el texto.
Volvemos a mirar, a leer con más detenimiento y, efectivamente, esos
artefactos que asoman por debajo del vuelo de la falda no son dos
piernas, sino un par de prótesis brutales. sea, que la historia
terminal mal, lo que nos obliga a releerla de nuevo desde el
principio, en una clave diferente. ¿Por qué lo que había comenzado
casi como una novela rosa termina como un cuento de terror? Porque la
imagen pertenece a una serie que trata de gente rota por las minas
antipersonas. La mujer se llama Sofía y la niña, entera de momento,
Alía.
Juan José Millás,
El País Semanal. 13 de diciembre de 2009
Este
es la imagen y este es el texto con que he presentado a mi alumnado
de 4º la que será la primera lectura compartida del curso: El secreto del fuego, de Henning Mankell.
Este
libro abre la “trilogía de Mozambique” del escritor
sueco, y tiene como protagonista a Sofía, la misma Sofía que vivió,
de la noche a la mañana, la amputación de sus dos piernas.
¿Por qué esta elección? Cuando les digo a mis estudiantes en los primeros días que quiero conocerlos antes de decidir qué libro o qué libros leeremos, qué haremos después con lo leído, no sé si acaban de creérselo. Pero es cierto.
¿Por qué esta elección? Cuando les digo a mis estudiantes en los primeros días que quiero conocerlos antes de decidir qué libro o qué libros leeremos, qué haremos después con lo leído, no sé si acaban de creérselo. Pero es cierto.