- [...] Lo único que dije fue que me preocupan estos niños.- Déjalos, ya crecerán y tal vez lo que hicimos no haya sido en vano.- ¿Qué dirán cuando se enteren de esto que está pasando? ¿De este fin que les legamos sin querer?- No te preocupes. No se lo contarán y, si lo hacen, será de tal manera que nos les quedarán ganas de saber de nosotros. Lo tendrán que redescubrir todo por sí mismos.
Max
Aub, Campo de los almendros
"Aquellos
a quienes la guerra silenció con el exilio siguen hoy doblemente
silenciados y acallados en la escuela: el Sender de Mr. Witt en el
Cantón, que proyecta sobre la utopía cantonal de la Primera
República el clima político que percibía en la España de 1935 y
lanza un alegato inequívoco en defensa de la dignidad humana, del
valor de cada vida humana; o el Sender de Contraataque, un reportaje
de guerra que sobrecoge en su contención cuando sabemos que al hilo
de su escritura el novelista tuvo noticia del fusilamiento de su
esposa en Zamora. El Arturo Barea de La forja de un rebelde, una
trilogía que debiera ser lectura inexcusable en el bachillerato, en
las facultades de Historia y de Filología: la crónica de quien sin
renunciar a un claro y explícito emplazamiento político y moral –
esclarecedora radiografía de los prolegómenos y la realidad misma
de la guerra- no elude tampoco denunciar la barbarie de "los
suyos" ni reconocer la bonhomía de "los otros" cuando
la vida le da de bruces con una u otra, sin caer por ello en
impostadas equidistancias. O los Campos de Max Aub, pintura vívida
de la crueldad y el dolor que corta en tajos tantas biografías;
denuncia también del destino que a tantos compatriotas aguardaba más
allá de los Pirineos. "
Con
el título "Leer a Sender, a Barea, a Max Aub", reclamaba
hace unos meses la revisión del canon de la literatura española del
siglo XX, y la urgencia de hacerlo desde lo que es su insoslayable
punto de fuga: la guerra civil de 1936-1939.
Hacer
memorizar a nuestros adolescentes un infinito catálogo de autores y
obras agrupados en la volátil etiqueta de "generaciones"
y silenciar sin embargo a algunos de los más excelsos
narradores de la centuria pasada en España - Sender, Barea, Max Aub,
Chaves Nogales- no puede explicarse si no es desde esa anómala
desmemoria histórica que proyecta su alargada sombra también sobre
la historiografía literaria y los planes de estudio de la educación
secundaria.
No
hay duda de que, cruzado el umbral del siglo XXI, es momento ya
de proceder a la revisión y reconstrucción colectiva del canon
literario de la literatura española del siglo XX. A ese empeño
responde esta pequeña contribución, limitada por un doble criterio:
uno temático -la guerra civil y una posguerra que se prolonga en
cuarenta años de dictadura-, y otro formal -el género narrativo-.
Apenas
hay novelista contemporáneo que no haya hecho su personal
incursión en la guerra civil. Antes de llegar a ellos creemos
imprescindible recuperar el testimonio de quienes la vivieron en
primera persona. De ahí que la primera parte de esta antología
("Entonces") remita a la obra de Sender, de Arturo Barea,
de Max Aub, de Chaves Nogales. Los fragmentos seleccionados,
ciertamente breves, trazan por sí mismos un arco que va del
estallido del conflicto a los últimos días de quienes aguardaban en
vano en el puerto de Alicante un barco que los librara de una muerte
segura.
De
entre la ingente producción contemporánea ("Ahora"), nos
hemos limitado a dos de los autores que mayor impacto han tenido en
los lectores del último cuarto de siglo: Manuel Rivas, cuyo
extraordinario relato "La lengua de las mariposas"
reproducimos íntegramente, y Javier Cercas, del que recuperamos un
fragmento de Soldados de Salamina. Incorporamos, por último, una
novela gráfica de gran calidad -El arte de volar, de
Antonio Altarriba y Kim- que quizá pueda convertirse en la puerta de
acceso de los estudiantes de secundaria a esta constelación
temática.
Por
último, este mismo hilo temático - la guerra civil, la posguerra y
la dictadura- hilvana un personal recorrido por la mejor literatura
española de la última centuria donde, si no están todos los que
son, sí que son -creemos- todos los que están.
Pero a ellos no llegaremos. Sí nos contentaremos con cerrar el curso con el coloquio en torno al Réquiem por un campesino español, de Sender, y con la lectura y diálogo de algunos de los fragmentos recogidos en esta pequeña antología. Algo construiremos con todo ello.
Pero a ellos no llegaremos. Sí nos contentaremos con cerrar el curso con el coloquio en torno al Réquiem por un campesino español, de Sender, y con la lectura y diálogo de algunos de los fragmentos recogidos en esta pequeña antología. Algo construiremos con todo ello.
El artículo a que antes
hacía referencia concluía con estas palabras: "Si me gusta leer curso tras curso con mis estudiantes de 4º ESO El
lector de Bernard Schlink es porque constituye una parábola
inequívoca del mazazo que para la generación del autor, la de los
alemanes nacidos en la década de los 50, supuso conocer el pasado
inmediato de aquellas personas con quienes tenían ya unos vínculos
afectivos indestructibles: sus mayores. Hora es quizá de que en
España, pues no lo hicieron los hijos, puedan hacerlo los nietos:
mirar a los ojos a un pedazo de nuestra historia de la que, por más
que nos empeñemos en olvidarlo, somos aún herederos."
No hay comentarios:
Publicar un comentario