martes, 12 de diciembre de 2017

Cartas coreanas

Cuando mostré a mi alumnado de este curso 2017-2018 el libro colectivo elaborado por sus compañeras y compañeros del año anterior quisieron repetir la experiencia. ¿Cuál era la premisa de partida? Se trataba, a la manera del Cadalso de las Cartas Marruecas, de ofrecer una mirada caleidoscópica sobre la España del momento desde la perspectiva de quien llegó de fuera. Pero en este siglo XXI globalizado y mestizo contamos con una ventaja sobre los escritores del XVIII: podemos sustituir la ficción del viajero extranjero por la entrevista al migrante real. Y como tenemos la inmensa fortuna de vivir en un entorno enormemente pluricultural -más de la mitad de mis estudiantes proceden de familias crecidas en otras latitudes-, todos tenemos a mano decenas de personas llegadas a España no hace muchos años y que guardan perfecto recuerdo de aquello que más les sorprendió o impactó en los primeros meses. 

Compartiremos en las próximas entradas algunas de las cartas recogidas este curso. Empezamos con esta "carta coreana", en la que Stephany F. presta su voz al testimonio de su amiga Elena.




"En Corea no se utilizan llaves"

Mi nombre es 주은 pero en España me conocen como Elena. Vine de Corea del Sur a los doce años con mis padres y mi hermano. Al ser un país tan diferente en cuanto a idioma y costumbres hay muchas cosas que me han sorprendido.

Llegué a España en el 2011. No sabía nada de español y apenas sabía cómo era el nuevo país que nos esperaba. Al llegar me di cuenta de que la gente iba muy relajada y sin prisas. Casi nadie llevaba trajes, cosa que me extrañó ya que en Corea prácticamente todos llevan uno, y los uniformes escolares me parecieron muy feos.

La gente de aquí es muy amable y te ayudan cuando lo necesitas, pero en el instituto nunca ha faltado el típico que empieza a achinar sus ojos y a intentar hablar en chino o japonés inventado para hacerse el gracioso.

En el instituto iba a una clase diferente sólo para extranjeros que no hablaban este idioma y me costó menos de dos años aprender a hablarlo fluidamente. Como al principio me costaba mucho y era muy tímida me fue muy difícil hacer amigos.

En España los horarios de los institutos también son muy diferentes, aquí salen muy temprano, a las dos y media o tres y media, pero en Corea se sale a las siete e incluso en muchos bachilleratos y universidades tienes que quedarte a cenar. La asignatura de Matemáticas es allí mucho más difícil, y lo que yo estoy dando en 1º de bachillerato es lo básico que se aprende en Corea.

Casi no hay vacaciones o puentes comparado con España, incluso se estudia los primeros y terceros sábados de cada mes. En Corea todos los estudiantes tienen mucha presión encima, ya que al haber tanta gente tienes que destacar sobre todos ellos y para eso necesitas buenas notas, así que cuanto menos vacaciones y puentes mejor. Tanta presión y esfuerzo lleva a muchos adolescentes al suicidio.

La comida en España es muy salada y casi no hay variedad, en los supermercados no hay mucho entre lo que escoger. Cuando llegamos los grandes almacenes estaban casi vacíos y muchas de las cosas que habíamos dejado en Corea porque pensábamos que aquí las íbamos a encontrar no estaban. Mis comidas favoritas españolas son la tortilla de patata y el jamón.

Algo más que me sorprendió fue que aquí se usan muchas llaves y hay una para cada cosa. En Corea no se utilizan llaves. Para entrar a casa en cada puerta hay una máquina en la que tienes que introducir un código con números, y los coches tienen un mando para abrir y cerrar y es eso lo que se usa como llave para arrancar.

También está el tema de contacto físico y los saludos. En Corea la edad y el respeto son muy importantes, y dependiendo de eso la manera de saludar a la gente es muy diferente; al contrario que aquí, donde se saluda siempre de la misma manera, no importa si la otra persona es adulta, joven o incluso si es tu jefe, cosa que en Corea no pasa.

En España si vas al parque o incluso a un supermercado ves a gente besándose o haciendo cosas cariñosas y a nadie parece importarle, incluso es normal verlo. En mi país eso no pasa y es de mala educación hacerlo delante de gente porque incomoda a las personas que te rodean, y aunque no entiendo muy bien por qué piensan así supongo que es porque antiguamente se separaba mucho a los chicos y a las chicas para evitar ese tipo de acciones y cualquier contacto físico entre ellos.

En cuanto a machismo, racismo y homofobia, Corea es un país muy poco desarrollado. Es un país muy conservador y aún sigue habiendo familias que dicen que los trabajos son para los hombres y que las mujeres deberían ocuparse de las tareas de la casa, e incluso llegan a alegrarse más del nacimiento de un niño que de una niña. También son muy homófobos, no les gusta ver nada relacionado con eso y son racistas con los países que viven peor que ellos; por ejemplo si un estadounidense o europeo llega a Corea lo tratan bien, pero a un filipino o indio lo discriminan.

Algo que me gusta de España es el clima, aquí es mucho más seco. También el hecho de que todo es muy silencioso y tranquilo. Corea al ser un país tan pequeño y haber tanta gente todo está mucho más lleno y es más ruidoso que aquí.

Aunque muchas veces extraño Corea, estoy feliz de vivir en España y de haber conocido la cultura española y su idioma.






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