Ángela nos regala esta personal lectura de Emily
Dickinson en estos días en que la forzada cuarentena es fuente también de aprendizajes esenciales.
POEMA Nº 135
El agua se aprende por la sed;
la
tierra, por los océanos atravesados;
el éxtasis, por la agonía.
La paz
se revela por las batallas;
el
amor, por el recuerdo de los que se fueron;
los
pájaros, por la nieve.
Emily Dickinson fue una poeta estadounidense que nació en Massachusetts el 10 de diciembre de 1830. Vivía en casa de su padre, donde dejó de mantener contacto con el mundo exterior aislándose por completo de las pocas amistades que le quedaban. Se dedicaba a las tareas domésticas, y a menudo escribía en pedazos de papel que solía ocultar en los cajones. A pesar de que sus obras no se publicaron durante su vida, después de su muerte fueron reconocidas como uno de los grandes logros poéticos más destacados del siglo XIX.
He elegido este poema de Emily Dickinson, que forma parte de
uno de sus libros El viento comenzó a mecer la hierba. He de decir que,
aunque no me identifico fácilmente con cualquier poema, tras varios días
buscando e investigando he conseguido encontrar uno que verdaderamente me
llega.
Dickinson nos va enumerando distintos procesos de superación,
lucha, pérdida por los que los seres humanos necesariamente tenemos que pasar
para llegar a aquellos deseados. Solo de esta forma podremos apreciar realmente
el valor de lo conseguido. Me siento identificada con esta reflexión ya que
considero que las personas somos incapaces de valorar lo que obtenemos
fácilmente. Hoy en día estamos acostumbrados a la inmediatez, alcanzamos
cualquier cosa con un “clic”.
Me ha sorprendido la sutileza con la que Emily ha planteado
cómo para tener y valorar unas cosas tenemos que pasar primero por otras que
exigen sacrificio o esfuerzo. Por un momento tuve que pararme a pensar y
preguntarme: ¿Apreciamos de verdad las cosas que tenemos?
Y es que la mayoría de las veces no nos damos cuenta y no
valoramos todo lo que tenemos hasta que lo perdemos. Durante estos días he sido
consciente de que no apreciamos cosas tan simples como poder salir a la calle,
a comprar o ir al colegio, es decir, nuestra libertad. Incluso, el ver a
nuestros seres queridos y disfrutar de su compañía son cosas que damos por
supuestas y no pensamos que quizá algún día se puedan acabar.
Y para terminar, a los versos de Emily Dickinson,
personalmente en estos momentos añadiría … “la libertad por la cuarentena
(Covid-19)”
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