Al
final hemos acabado por volver a lo más sencillo: elaborar un
pequeña lista fruto de una cuidadosa selección y llevar los libros
al aula, presentarlos brevemente, mostrar las cubiertas, proponer
algún juego que obligue a los potenciales lectores a detenerse en cada uno de los
títulos...
Así
hemos procedido a la hora de llevar a clase nuestra propuesta para la
segunda evaluación. De los nueve libros -y un relato- que integran la constelación
literaria titulada "Frente a la adversidad" -fruto de un
trabajo en equipo de hace ya varios años-, cada grupo había de
escoger dos o tres. Para propiciar que lo hicieran con un cierto
conocimiento de causa dedicamos un par de sesiones a las
actividades que se recogen en el epígrafe "Presentación para el
aula": aventurar hipótesis a partir del título y la
ilustración de cubierta, trata de emparejar títulos e inicios,
ordenarlos cronológicamente por fecha de publicación... Al hilo de
estas actividades algunos pedían saber un poco más de este o aquel
libro. Así fue como en uno de los grupos "triunfó" el
Réquiem de Sender, por más que yo les propusiera dejarlo
para la lectura compartida y guiada en la tercera evaluación, quizá
junto a la de El lector. Monstruo de ojos verdes y El
guardián entre el centeno han interesado en ambos grupos, y aún
andamos dudando con qué título completar la terna.
Entre
tanto, hemos recurrido a la lectura en voz alta de los tráilers con
que presentamos cada uno de los libros seleccionados, lo que ha dado
pie para conversar sobre la importancia del título, las diferentes
maneras de presentar al protagonista, los juegos con el tiempo y las
anticipaciones o flashbacks, la voz del narrador o narradora, etc.
No en vano la constelación combina un eje temático -la adversidad-
y un eje formal -el arte de la ficción-.
Un
par de sesiones en la biblioteca han hecho el resto. De la misma
manera que cuando nuestros hijos e hijas aprenden a montar en
bicicleta "ya sin ruedines" acompañamos sus primeros y
titubeantes metros con la mano suavemente apoyada en un sillín,
presta a agarrarlo con firmeza ante una eventual caída, pero presta
también a soltarlo apenas vuelen solos, así hemos de acompañar
-creemos- esos primeros y también titubeantes pasos con que los
lectores no avezados se zambullen en la lectura de una novela. Poner en
sus manos los libros y ofrecer espacios y tiempos para la lectura silenciosa y autónoma son a menudo condición sine qua non para que el milagro de la lectura sostenida pueda tener lugar entre quienes se declaran refractarios a la literatura. Este es el impagable valor de las bibliotecas escolares.
Nuestro
deseo, una vez más, es tratar de conciliar la reivindicación de los
libros que forman lectores, los libros "que merecen ser leídos",
con el respeto hacia el horizonte biográfico y lector de sus
destinatarios. Este afán está en la base de la apuesta por
"constelaciones literarias", cuyos presupuestos aparecen de nuevo explicitados en la presentación de los materiales.