domingo, 3 de noviembre de 2019

Análisis comunicativo de un debate electoral


Este lunes se celebra el único debate electoral entre los principales candidatos a la presidencia del Gobierno. ¿Cómo desaprovechar la ocasión de trabajar en clase el análisis crítico del discurso de un género oral formal tan relevante en sociedades democráticas? Será de los pocos días en que ponga “deberes” a mi alumnado de 4º de ESO. Habrán de ver el debate y tomar luego una serie de notas. Este es el material que mañana les entregaré.



 


El debate es uno de los géneros orales formales. Esta noche tendréis la oportunidad de ver el debate electoral previo a las elecciones del próximo día 10 de noviembre. En él participan los líderes de los cinco partidos de ámbito estatal que obtuvieron mayor representación parlamentaria en las pasadas elecciones.

Os pedimos que lo veáis con atención para proceder luego a un análisis de los aspectos estrictamente comunicativos del debate y comentarlos en clase el próximo día. Por supuesto, si además de ello queréis conversar también acerca de cuestiones de contenido, las puertas estarán abiertas.

A la hora de tomar notas, fijaos de manera preferente en estos cuatro aspectos:


1. Participantes, temas, turnos de palabra:
·       ¿Quiénes participan en el debate? ¿Qué papel tienen? ¿Se saludan al comienzo? ¿Se saludan al final?

·       ¿Quién decide los temas? ¿Cuáles son?

·       ¿Cómo se fijan los turnos de palabra? ¿Son rígidos o espontáneos? ¿Hay interrupciones, solapamientos, etc.? ¿Se respetan los turnos de palabra? ¿Hay un reparto equitativo de la palabra, o unos hablan más que otros?

2. Comunicación no verbal
·       Describid el entorno, el espacio en que tiene lugar el debate.

·       Otro elemento clave en la comunicación no verbal es el aspecto físico de los participantes, y en él incluimos tanto aquello que no podemos cambiar fácilmente -sexo, edad, estatura, etc.- como aquello que elegimos para la ocasión -indumentaria, peinado, accesorios-.

·       Tomad nota también de aquellos elementos paralingüísticos más relevantes (tono de voz, timbre, volumen, carraspeos, risas, etc.), cinésicos (miradas, gestos, posturas, etc.) y proxémicos (el modo en que se distribuyen los participantes en el espacio, si se mueven o no, etc.).



3. Cooperación conversacional.
Para que la comunicación sea posible, para que el intercambio de información tenga éxito, todos tendemos cooperar con nuestro interlocutor respetando las llamadas máximas de cooperación conversacional. Comprobad si lo hacen también nuestros líderes políticos:
  • Máxima de calidad: ¿Dicen la verdad?
  • Máxima de cantidad: ¿Son sus intervenciones tan informativas como se espera de ellos? Es decir, ¿evitan dar más o menos información de la necesaria para la ocasión?
  • Máxima de relevancia: ¿Van al grano… o se van por los cerros de Úbeda?
  • Máxima de manera: ¿Son claros, se les entiende? ¿Contestan a lo que se les pregunta?


4. Cortesía lingüística.

Por último, nos preguntaremos por algo absolutamente determinante en nuestros intercambios cotidianos: por el respeto entre los interlocutores. En un debate, el acto de habla dominante será sin duda la discrepancia, y es este un acto potencialmente amenazador para la imagen del otro: a ninguno nos gusta que nos lleven la contraria. Ahora bien, hay maneras respetuosas e irrespetuosas de hacerlo. Ser firme en la argumentación no implica ser maleducado ni agresivo.

  • Para ello, lo primero es desterrar los insultos. ¿Los hay?

  • En segundo lugar, es importante echar mano de las estrategias de cortesía que atenúan el daño cuando vamos a discrepar de alguien:
·       Partir de una conformidad parcial (estoy de acuerdo con usted en que…; sin embargo….)
·       Modalizar el enunciado para no dar la impresión de que nos creemos en posesión de la verdad absoluta (A mi manera de ver…; en mi opinión…)

  • Y, por último, habrán de aportarse argumentos (datos, cifras, etc.) y desterrarse las falacias argumentativas:
·       “ad hominem” (la descalificación personal): “Traidor, incompetente, incapaz, felón…”.
·       “tu quoque”: “Tú también”, “tú más”.  Falacia frecuente cuando se habla de casos de corrupción, por ejemplo).
·       “ad baculum” (la amenaza): “Llevad cuidado porque os vamos a ilegalizar”.


Desde el punto de vista estrictamente comunicativo, y más allá de vuestras preferencias personales, ¿quién diríais que ha ganado el debate? Justificad vuestra respuesta.
 

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