miércoles, 23 de octubre de 2019

Exhumación


Desde hace ya muchos años, el alumnado de 2º ESO del IES María Guerrero (el instituto en que doy clase, en Collado Villalba) participa en un intercambio con el IES Puig i Cadafalch de Mataró (Barcelona). Con ese motivo, chicos y chicas de un instituto y otro participan de distintas actividades a lo largo del curso que giran en torno a ese doble viaje. 

El año pasado decidimos sorprender a nuestros invitados con un tríptico informativo de nuestra localidad, cuya elaboración fue pautada y acompañada en las clases de Lengua.




Estábamos aún en los primeros balbuceos. Habíamos consensuado ya la estructura que tendría el tríptico, y habíamos decidido dedicar una de sus caras a dar noticia de algunos lugares de interés de los alrededores. A partir de ahí, cada cual podía seleccionar aquellos que quisiera. Para aquel martes simplemente tenían que traer a clase sus tres o cuatro propuestas. Dedicaríamos la sesión a buscar información, seleccionarla y sintetizarla luego con palabras propias para presentarla a los compañeros de Mataró. Fui pasándome por los grupos para ver por qué sitios se habían inclinado: San Lorenzo de El Escorial, Cercedilla, Peñalara… y, para mi sorpresa, el Valle de los Caídos.

Me pilló completamente a contrapié. Es verdad que son apenas quince kilómetros los que separan nuestro instituto del Valle de los Caídos, que la descomunal cruz de granito se ve desde todos sitios, pero confieso que jamás se me había ocurrido concebirlo como un destino turístico.

Por una fracción de segundo pensé: “¿Lo digo o no lo digo?” Y en apenas una fracción de segundo me contesté que callar era ocultar. 

¿Vosotros sabéis lo que es el Valle de los Caídos? 

Sí, un sitio con una cruz muy grande. 

¿Y además de eso? —. Silencio. 

¿Sabéis quién está enterrado allí? Silencio. El asunto tampoco parecía intrigarles mucho. 

¿Quién? —, preguntó alguien.

Franco , y esta vez era una voz salida de algún rincón de la clase la que contestaba. 

¿Y? , insistía yo. Me miraban sin saber adónde quería ir a parar. 

—¿Vosotros sabéis quién fue Franco?

Entre unos cuantos -pocos, apenas cinco o seis en toda la clase- concluyeron que había mandado en España durante cuarenta años. “Fue un dictador”, subrayó uno. No recuerdo siquiera que alguien nombrara la guerra civil.

—¿Y pensáis que es un lugar turístico que merece ser visitado?

    Es que es muy bonito. El paisaje es precioso.

Volví a dudar. Pero hay silencios imperdonables. Recurrí a lo que ya conocían. Y hablamos de Alemania y de Hitler. Y de Berlín. Y del lugar donde estuvo el búnker donde Hitler se suicidó, hoy poco más que un solar. Y cómo allí se ha evitado por todos los medios que se convirtiera en un lugar de peregrinación. 

Y seguimos con la elaboración de nuestros trípticos.


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