Se
preguntaba hace ya más de un año Felipe
Zayas por el impacto de la Nueva gramática
básica de la lengua española en las aulas
de secundaria. Mucho nos tememos que escaso. Y si empleamos el verbo
"temer" es porque creemos que la apertura de un debate en
el seno de los Departamentos de Lengua acerca de la necesidad de
ajustar algunos de los contenidos gramaticales a ese nuevo marco
hubiera podido llevarnos mucho más lejos de la tantas veces
reclamada unificación terminológica. Porque lo que necesitamos, a
nuestra manera de ver, no es tanto ponernos de acuerdo en si hablamos
de sintagma nominal o grupo nominal, de modificador o intensificador,
cuanto de reflexionar acerca de la orientación y la finalidad del estudio gramatical en las aulas de Secundaria, acerca de si hay coherencia entre la justificación que le damos a su pervivencia y nuestras prácticas cotidianas.
La
Nueva gramática, tanto en su versión Manual (dirigida
a filólogos) como Básica (dirigida a los hispanohablantes en
general) se aviene mal con una tradición escolar obsesionada con el
etiquetado y la clasificación.