martes, 20 de septiembre de 2016

¿Competentes o competitivos?

Las competencias básicas han de hacernos... ¿competentes o competitivos?

La LOMCE lo tiene claro: "El nivel educativo de los ciudadanos determina su capacidad de competir con éxito en el ámbito del panorama internacional y de afrontar los desafíos que se planteen en el futuro". La Orden ECD/65/2015, que desarrolla las relaciones entre las competencias, los contenidos y los criterios de evaluación, precisa: "Se identifican siete competencias clave esenciales para el bienestar de las sociedades europeas, el crecimiento económico y la innovación, y se describen los conocimientos, las capacidades y las actitudes esenciales vinculadas a cada una de ellas." 

¿Solo de las sociedades europeas? ¿El crecimiento económico es un bien en sí mismo? ¿Qué pasa con el parejo incremento de las desigualdades de que va acompañado y del agotamiento de los recursos de un planeta de límites finitos?

El hiato entre lo que por "competencia" entendíamos los docentes de lenguas y la orientación que el término ha ido tomando en las diferentes directivas auropeas desde el Consejo de Lisboa en el año 2000 al Marco estratégico Educación y Formación 2020 (ET2020) pasando por el determinante informe DeSeCo de la OCDE del año 2002, base de las pruebas PISA, es evidente. En un caso se pretende empoderar a los sujetos y hacerlos responsables de sus propias vidas. En el otro, formarlos al dictado de las necesidades de un modelo económico que no se cuestiona y cuyo principio básico es la necesidad de competir.


El riesgo que corremos, ahora que tanto se habla de pactos educativos, es que cuando al fin los enfoques comunicativos se impongan en las aulas -por la fuerza de la razón o la razón de la fuerza-, lo hagan no a favor de los estudiantes sino a favor de los mercados. No hay que irse muy lejos.


Hace dos cursos, el primero de la implantación de la LOMCE y el primero también de las evaluaciones externas en 3º de Primaria, se filtraron los exámenes de Aragón. En ellos encontrábamos al fin un "enfoque competencial". Estas fueron algunas de las preguntas:






¿Para qué la competencia lectora y la competencia matemática? ¿Para desenvolverse en un centro comercial entre sudaderas de 100 euros, zapatillas de 90 y bicicletas de 1.500? Análogos ejercicios de comprensión lectora y competencia matemática podrían plantearse tomando en consideración la cantidad de residuos que generamos a diario o las cifras de la desigualdad. El currículo oculto es cada vez más diáfano.

Sin embargo, la literalidad de la LOMCE, esquizofrénica entre lo que fue su redacción inicial - imposible olvidar aquello de "competir con éxito en la arena internacional"- y el maquillaje a que se vio obligada por el aluvión de críticas que recibió, permite una orientación y su contraria. Leámosla, pues, cuidadosamente, y veamos qué podemos hacer con estos mimbres. Una programación LOMCE – se nos insiste una y otra vez- debe atender de manera prioritaria tanto al desarrollo de las competencias clave como a la incorporación de los denominados elementos transversales del currículo.

En cuanto a las competencias clave, definidas como capacidades para aplicar de forma integrada los contenidos propios de cada enseñanza y etapa educativa, con el fin de lograr la realización adecuada de actividades y la resolución eficaz de problemas complejos, se señalan las siguientes:

a) Comunicación lingüística.
b) Competencia matemática y competencias básicas en ciencia y tecnología.
c) Competencia digital.
d) Aprender a aprender.
e) Competencias sociales y cívicas.
f) Sentido de iniciativa y espíritu emprendedor.
g) Conciencia y expresiones culturales.

En cuanto a los elementos transversales del currículo, y más allá de los que se señalan como responsabilidad directa de las administraciones educativas (a las que también habrá que pedir cuentas), véanse los dos énfasis recogidos en sendos apartados:

La programación docente debe comprender en todo caso la prevención de la violencia de género, de la violencia contra las personas con discapacidad, de la violencia terrorista y de cualquier forma de violencia, racismo o xenofobia, incluido el estudio del Holocausto judío como hecho histórico.
Se evitarán los comportamientos y contenidos sexistas y estereotipos que supongan discriminación.
Los currículos de Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato incorporarán elementos curriculares relacionados con el desarrollo sostenible y el medio ambiente, los riesgos de explotación y abuso sexual, el abuso y maltrato a las personas con discapacidad, las situaciones de riesgo derivadas de la inadecuada utilización de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, así como la protección ante emergencias y catástrofes.“


Los currículos de Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato incorporarán elementos curriculares orientados al desarrollo y afianzamiento del espíritu emprendedor, a la adquisición de competencias para la creación y desarrollo de los diversos modelos de empresas y al fomento de la igualdad de oportunidades y del respeto al emprendedor y al empresario (¡sic!), así como a la ética empresarial. Las Administraciones educativas fomentarán las medidas para que el alumnado participe en actividades que le permita afianzar el espíritu emprendedor y la iniciativa empresarial a partir de aptitudes como la creatividad, la autonomía, la iniciativa, el trabajo en equipo, la confianza en uno mismo y el sentido crítico.“


Sorprenden determinados énfasis y el paso casi de puntillas por aspectos esenciales de la Declaración Universal de Derechos Humanos, esos cuya enseñanza en las aulas tanto combatieron quienes ahoran defienden la LOMCE. De ahí quizá que cuanto tiene que ver con la detección de estereotipos, prejuicios y usos discriminatorios del lenguaje no deje luego rastro en el currículo de Lengua y Literatura, mientras que la empresa y el empresario están omnipresentes en los currículos de... Filosofía.


Pero está bien: hablemos de igualdad entre hombres y mujeres; explotación y abuso sexual; violencia, racismo y xenofobia, sostenibilidad medioambiental, ética empresarial. Con esto podemos echar a andar.


Evaluación

Unas líneas finales para constatar una vez más cómo los decretos curriculares, hasta el de la LOMCE, permiten ir bastante más lejos a la hora de evaluar de lo fijado por las rutinas escolares:

"Para poder evaluar las competencias es necesario elegir, siempre que sea posible, estrategias e instrumentos para evaluar al alumnado de acuerdo con sus desempeños en la resolución de problemas que simulen contextos reales, movilizando sus conocimientos, destrezas, valores y actitudes."

"El profesorado debe utilizar procedimientos de evaluación variados para facilitar la evaluación del alumnado como parte integral del proceso de enseñanza y aprendizaje, y como una herramienta esencial para mejorar la calidad de la educación. Asimismo, es necesario incorporar estrategias que permitan la participación del alumnado en la evaluación de sus logros, como la autoevaluación, la evaluación entre iguales o la coevaluación. [...] En todo caso, los distintos procedimientos de evaluación utilizables, como la observación sistemática del trabajo de los alumnos, las pruebas orales y escritas, el portfolio, los protocolos de registro, o los trabajos de clase, permitirán la integración de todas las competencias en un marco de evaluación coherente."


Por último, y a propósito de las evaluaciones externas (reválidas) se precisa:

"Las pruebas serán homologables a las que se realizan en el ámbito internacional y, en especial, a las de la OCDE y se centran en el nivel de adquisición de las competencias. Siguiendo las pautas internacionales, deberán ser cuidadosas en cualquier caso para poder medir los resultados del proceso de aprendizaje sin mermar la deseada autonomía de los centros, y deberán excluir la posibilidad de cualquier tipo de adiestramiento para su superación."

Escrito queda.

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